Tu ausencia ya no te soporta,
las palabras no consuelan.
La música, cuchillas afiladas
en el desierto de mis venas.
Mis ojos son diluvio de cielo enfurecido.
La saña de este dolor
bebe la sangre que mi pulso pierde a raudales;
salta sobre la tumba, aún palpitante,
de un corazón que agoniza.
¡Arráncame de mí o vuelve!
¡Infamia! ¡Tormento desquiciado
que inhala mi aliento y abduce todo sentido!
Grito, alarido infernal que abrasa mi garganta
y enmudece al toparse
con el silencio vacío que has dejado.
Sola, muy sola sin ti.
Pozo sin final, intrincado laberinto
de sombras que se burlan.
Las palabras no consuelan ni saben decir.