¡Qué contentos están los pájaros!
Gris y espesa la mañana,
la brisa fina y delicada.
El cielo, confinado en sus alturas,
juega a ser el mar bravío.
La luna, perpleja ante la extraña calma,
asoma medio cuerpo
por la ventana del alba.
Yo insignificante ni siquiera estoy aquí.
¡Pero qué contentos están los pájaros!