Qué serio aquel hombre que no fue inocente,
qué tristes los parques sin gritos de infantes,
qué absurdo ser vieja sin ser niña antes.
Qué pena una vida sin juego demente.
Que un arroyo seco da una seca fuente
y el juego y la risa son para mojarse
como hacen los niños sin miedo a mancharse
con pueril pureza sincera y de frente.