Estos versos están dedicados a las luchadoras anónimas: mujeres que, sin haber destacado en el ámbito público, fueron columnas indispensables para la sociedad de su tiempo.
Quiero tu nombre en las calles
porque parías en tu casa,
porque viviste una guerra
y libraste mil batallas.
Quiero tu nombre en las calles
por tu victoria sin armas,
porque luchaste en la sombra
y no te dieron medallas.
Quiero tu nombre en las calles
porque tu nombre de dama
no aparece en ningún libro,
ni tu rostro en las pantallas.
Quiero tu nombre en las calles
porque tus ropas gastadas
tenían el sabor salado
de lágrimas derramadas.
Quiero tu nombre en las calles
porque mereces tu paga,
porque tú servías a todos
sin que te dieran las gracias.
Quiero tu nombre en las calles
por los surcos de tu cara,
por los callos en tus manos,
por la fuerza de tu alma.
Quiero tu nombre en las calles
porque tus noches velaban,
porque tu descanso huía,
porque nunca desmayabas.
Quiero tu nombre en las calles
porque debes ser honrada.
Porque sin ti, dime cómo…
¡Porque sin ti no habría nada!
Quiero calles con sus nombres,
heroínas olvidadas,
mujeres desconocidas…
¡Que se honren sus hazañas!
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