A mis abuelas

Estos versos están dedicados a las luchadoras anónimas: mujeres que, sin haber destacado en el ámbito público, fueron columnas indispensables para la sociedad de su tiempo.

Quiero tu nombre en las calles

porque parías en tu casa,

porque viviste una guerra

y libraste mil batallas.

Quiero tu nombre en las calles

por tu victoria sin armas,

porque luchaste en la sombra

y no te dieron medallas.

Quiero tu nombre en las calles

porque tu nombre de dama

no aparece en ningún libro,

ni tu rostro en las pantallas.

Quiero tu nombre en las calles

porque tus ropas gastadas

tenían el sabor salado

de lágrimas derramadas.

Quiero tu nombre en las calles

porque mereces tu paga,

porque tú servías a todos

sin que te dieran las gracias.

Quiero tu nombre en las calles

por los surcos de tu cara,

por los callos en tus manos,

por la fuerza de tu alma.

Quiero tu nombre en las calles

porque tus noches velaban,

porque tu descanso huía,

porque nunca desmayabas.

Quiero tu nombre en las calles

porque debes ser honrada.

Porque sin ti, dime cómo…

¡Porque sin ti no habría nada!

Quiero calles con sus nombres,

heroínas olvidadas,

mujeres desconocidas…

¡Que se honren sus hazañas!

Quiere ser primavera

El marrón del tronco y de la tierra sobre lienzo envolvente de un azul en calma. El verde acogedor salpicado de blanco y amarillo, mecido por los trinos que viven en el aire. El sol, amante de aliento azucarado, que besa mi nuca y acaricia mi espalda. El invierno que quiere ser primavera. Aquí respiro, aquí me ensancho, aquí soy. El campo en su pureza es mi auténtica silueta.

Contigo lejos

Llena
Tan llena que, sin tus besos, vacía
Incendio
que arde en el frío sin tus manos
Mendiga
Tan pobre que me desbordo en deseo
Sin ti
Contigo lejos
Contigo cerca inaccesible
Por ti
Te sueño dentro
Me hago olfato como un perro
Y te grito entre silencios
Llena
Incendio
Mendiga
Sin ti
Por ti
Contigo lejos

One way traffic

Cruzando vamos, de esta guisa, el fondo insondable del océano que nos engulle. Cruzamos, como quien atraviesa un mar quebradizo, tiempos y años, con nuestro maletero atestado de regalos y promesas y esperanzas y deseos.
Poseidón regula, tridente en mano sin Moisés que le chiste, nuestro transitar -¡nunca me gustó ese tipo!- guiándonos él mismo a su tierra firme, ¿tal vez arenas movedizas para los simples mortales?
«One way traffic», ¡auxilio, nos han dejado sin margen de maniobra!

Eres diciembre

Eres diciembre

¿Será diciembre cuando vuelvas?

Eres diciembre,
eres otoño de perenne desnudez.
Eres la hoja desprendida
de la piel sin primavera.

Eres diciembre triste
blanco y escarcha.
¡¿A qué vuelves en diciembre?!
… si solo sabes vestir
de ausencia los jardines.

Eres diciembre famélico
yermo sin ti.
¿Eres mi cuento sin hadas?
…¡sin título
ni bosque encantado!

Eres diciembre marchito
sombrío de nubes sin agua.
¿Eres diciembre que vuelve
sin buenas noticias?
…¡sin nuevas que darme!

Maldigo diciembre si tú vuelves.
¡Maldito tu regreso
si regresas en diciembre!

¿Serás diciembre?
¿Será diciembre cuando vuelvas?

Infancia(copla de arte mayor)

Qué serio aquel hombre que no fue inocente,

qué tristes los parques sin gritos de infantes,

qué absurdo ser vieja sin ser niña antes.

Qué pena una vida sin juego demente.

Que un arroyo seco da una seca fuente

y el juego y la risa son para mojarse

como hacen los niños sin miedo a mancharse

con pueril pureza sincera y de frente.

Carro de batalla

¿Qué compro? ¿Para qué lo compro? ¿Dónde ha sido elaborado/recolectado? ¿Bajo qué condiciones laborales y medioambientales? …
Los eslabones de la cadena productiva y de comercialización están manchados muchas veces de vulneración de derechos, trabajo infantil, sobreexplotación de recursos naturales y contaminación ambiental.
En un mundo globalizado y mercantilizado, la justicia social, económica y medioambiental pasa por la ética en las relaciones comerciales.
Comprar un producto que ha sido fabricado a muchos miles de kilómetros y dejar de comprarlo a los productores de mi entorno inmediato, ¿a quién perjudica?, ¿a quién beneficia?, ¿cuáles son las consecuencias ecológicas de tales desplazamientos?
Ahora que tanto usamos el verbo «empoderarse», vamos a empoderarnos de nuestro propio consumo, compremos con cabeza y buen criterio. Dejemos de ser «consumi-dores» pasivoinfantiloides caprichosos para convertirnos en «consumo-actores» responsables. Por ética y por justicia.

Día 4, El azahar no tiene quien lo huela

Qué sutil el aroma de nuestros besos furtivos

de callejuelas en flor.

Pero si de mí te alejan

¡qué violenta tu ausencia!

Quisiera haber sido yo,

para ponerte a salvo del olvido,

quien robó la primavera.

Y bordar tu rostro blanco

y escribir nuestras consignas

y tu código de honor

en pétalos por bandera.

Proteger la levedad de tu sino

de este absurdo mes de marzo

que ha parado su reloj.

Voy a volverme la flor del naranjo

y a escaparme de esta guerra,

y a desprenderme de ramas y raíces.

Voy a pegar tu libertad conmigo

para posarme en la solapa del poeta.

Voy a nacer por ti otra vez más fuerte

y a crearte como un dios.

Y seré tu centinela

para que existas a pesar de los designios

,y no vuelvan a decir las gentes

que el azahar no tiene quien lo huela.

Enamorada

La poesía necesita estar enamorada

para ser poesía…

Enamorada

de la vida, del oxígeno, del canto de los pájaros.

Del amante, de la amiga,

de la calma, del silencio, de la música,

de las miradas, de la risa,

del sol cuando nace y cuando muere.

Del hijo, del deseo, de la nostalgia,

de la rabia, del coraje, del hambre por hacer justicia.

La poesía necesita estar enamorada porque

la poesía es pasión,

es el hervir del sentimiento,

la sublimación de los sentidos.

La poesía necesita estar enamorada,

encontrar el erostimo en lo prosaico.

La poesía necesita estar enamorada para ser poesía,

sin importar si es o no correspondida, porque

la poesía se alimenta,

no de realidades,

sino de sueños, de incendios

y de fantasmas.

¡Qué contentos los pájaros!

¡Qué contentos están los pájaros!

Gris y espesa la mañana,

la brisa fina y delicada.

El cielo, confinado en sus alturas,

juega a ser el mar bravío.

La luna, perpleja ante la extraña calma,

asoma medio cuerpo

por la ventana del alba.

Yo insignificante ni siquiera estoy aquí.

¡Pero qué contentos están los pájaros!