A mis abuelas

Estos versos están dedicados a las luchadoras anónimas: mujeres que, sin haber destacado en el ámbito público, fueron columnas indispensables para la sociedad de su tiempo.

Quiero tu nombre en las calles

porque parías en tu casa,

porque viviste una guerra

y libraste mil batallas.

Quiero tu nombre en las calles

por tu victoria sin armas,

porque luchaste en la sombra

y no te dieron medallas.

Quiero tu nombre en las calles

porque tu nombre de dama

no aparece en ningún libro,

ni tu rostro en las pantallas.

Quiero tu nombre en las calles

porque tus ropas gastadas

tenían el sabor salado

de lágrimas derramadas.

Quiero tu nombre en las calles

porque mereces tu paga,

porque tú servías a todos

sin que te dieran las gracias.

Quiero tu nombre en las calles

por los surcos de tu cara,

por los callos en tus manos,

por la fuerza de tu alma.

Quiero tu nombre en las calles

porque tus noches velaban,

porque tu descanso huía,

porque nunca desmayabas.

Quiero tu nombre en las calles

porque debes ser honrada.

Porque sin ti, dime cómo…

¡Porque sin ti no habría nada!

Quiero calles con sus nombres,

heroínas olvidadas,

mujeres desconocidas…

¡Que se honren sus hazañas!

Día 4, El azahar no tiene quien lo huela

Qué sutil el aroma de nuestros besos furtivos

de callejuelas en flor.

Pero si de mí te alejan

¡qué violenta tu ausencia!

Quisiera haber sido yo,

para ponerte a salvo del olvido,

quien robó la primavera.

Y bordar tu rostro blanco

y escribir nuestras consignas

y tu código de honor

en pétalos por bandera.

Proteger la levedad de tu sino

de este absurdo mes de marzo

que ha parado su reloj.

Voy a volverme la flor del naranjo

y a escaparme de esta guerra,

y a desprenderme de ramas y raíces.

Voy a pegar tu libertad conmigo

para posarme en la solapa del poeta.

Voy a nacer por ti otra vez más fuerte

y a crearte como un dios.

Y seré tu centinela

para que existas a pesar de los designios

,y no vuelvan a decir las gentes

que el azahar no tiene quien lo huela.

No nos perdones

Un minuto de silencio

en un mundo de ruidos,

derruidos los cimientos

entre llamas y gemidos.

Las ruinas de la Vida
son cenizas, son infierno.
La ambición y la codicia

son las madres de los muertos.

Y a quién le importa

si no es dinero,
si no son más que otros,

si no son ellos.

Tan solo es aire
lo que perdemos.

Desprecio a nuestra madre…

No nos perdones,
bien sabemos lo que hacemos.

Un minuto de silencio;

me dan miedo los ruidos,

me dan miedo ya los cuentos

de ladrones y bandidos.

Las ruinas de la Vida
son cenizas, son infierno.


La ambición y la codicia

son las madres de los muertos.

Y a quién le importa

si no es dinero,
si no son más que otros,

si no son ellos.

Tan solo es aire
lo que perdemos.

Desprecio a nuestra Madre Tierra…

No nos perdones,
bien sabemos lo que hacemos.

Ser Poesía

Que me quiten la poesía de los dedos

en carne viva.

Que me quiten el pellizco en las entrañas.

Mutar en aire o agua o vino o metáfora

cautiva,

enredarme entre palabras.

Predije estando ebria la ventura…

fue mentira.

Confesé rayando el alba.

Hilachas que no encuentran su sentido,

¡tan perdidas!

Deshojadas.

No sé ya lo que digo por mi culpa,

culpa mía,

que solo vendo patrañas.

Los versos son castigo del poeta,

y las rimas

son su jaula.

Destino que condena son lo mismo…

no varían.

Mi lápiz siempre sangra.

Alquimia de deseos, de latidos,

en estigmas,

en letras derramadas.

ANTIamor

A.M.O.R

Combinación pegajosa de fonemas

dispensados a granel

en bodas y poemarios.

Te cuelas de ruido y chaqueta

 en las fiestas de silencios

 y vacíos necesarios.

Todo lo pringas

de merengue con lazos rosas.

Sopa de letras seca sin sal…

¡A.M.O.R hasta en la sopa!

¿Por qué te llaman A.M.O.R…?

Brindis sin vino ni copa.

Ñoño.

Cursi.

Repeinado.

Villancico de noviembre.

Malsonante por bocazas.

¡Cómo hartan tus excesos!

¡Cómo aburren tus razones!

Tus maneras ya me cansan.

¿Por qué te llaman A.M.O.R

cuando quieren decir sexo?

¿Por qué te llaman a voces,

a mentiras

y a destiempo?

Manoseado, prostituido,

manipulado.

Tu nombre en vano tomado

solo por rellenar huecos

QUE NO QUIEREN SER LLENADOS.

Papeles de Judas

Mujer que vende su cuerpo,
cuerpo que ha vendido el alma;
alma que, una vez vendida,
no encuentra el camino a casa.

Engaños de compra y venta,
frustración desorientada;
tráfico de sangre rota,
sueños en una mortaja.

Promesas de vidas mejores,
papeles con besos de Judas;
viajes de ida sin vuelta,
trampas con tacón de aguja.

Estribillos sin canciones,
muñecas sin porcelana,
ángeles de primer plato,
piernas sin nombre ni cara.

Diosas sin voz y sin rostro,
monstruos que venden heridas;
infierno en tierra de hombres,
noches que no tienen días.

Brazos de abrazos pagados,
abrazos de piel asqueada;
calor de horno microondas,
autoestima chamuscada.

Mujer con precio de cosa,
¡mujer que no tiene precio!
Mujer que vale infinito…
Mujer, a ti mi respeto.

…Fugacidad…

Yo sé que el HOY se acabará mañana,

y sé que el YA se ha esfumado.

Yo sé que el TIEMPO, y eso me espanta,

es solo aceite entre mis manos.

Reloj maldito de oro en polvo

que va cayendo sin mi permiso;

fugaz mentira, CARNE DE ESCOMBROS,

oídos sordos por más que grito.

Yo sé que vivo, ¡amo la vida!

Si esto es un SUEÑO, sueño despierta;

y estaré viva en la PESADILLA

del día perverso en que me muera.

La piel desabrochada

Mira,

que no quiero enredarme

en juegos de palabras.

Quiero

que enredes con tus manos

mi piel desabrochada.

Busco

tus huellas en mi arena,

mi nombre en tu llamada.

Juego

con fuego hecho instinto,

fundida entre tus llamas.

Gimo

al ritmo de tu lengua

lamiéndome las ganas.

Ardo

mirándote el deseo…

hirviendo en la mirada.

Soy mi fantasma

Tenemos en común nuestro silencio;

la distancia es la que hace que estés cerca.

Perdí mi realidad en tus afluentes,

por ti me hice agua, y yo era tierra.

Tenemos en común  nuestros destinos,

pacientes aprendices de la espera;

Me asomo a la ventana de tu ausencia

olfateando el aire, por ver si llegas.

¡Y tú eres tan yo al imaginarte!

¡Y yo que soy tan crédula, que soy tan ciega!

Tenemos en común el no entregarnos,

te rumio entre el gentío, que no me llena.

Allá donde no estoy soy mi fantasma,

eco de lo no dicho en tus poemas.