Mi fe

No estalló mi fe para negar la fe; hay explosiones que multiplican, que enderezan laberintos, que sacan las piedras de la tripa del lobo, carnívoro por naturaleza y no por maldad.

Cordero divino que quita el pecado del mundo, no te mando tener piedad porque no soy quien para darte órdenes.   

No estalló mi fe para desvanecerse; hay explosiones que desgranan la energía contenida en infinitos universos de colores. Mordí la magia en mi manzana para no morir de hambre o de locura.

Cordero divino, no solo de fe vive el embaucador.   

No estalló mi fe —que no era mía— para enterrar la fe; hay explosiones que empujan ventanas y alumbran caminos de parto continuo. Incesante milagro que no necesita creer ciegamente porque tiene ojos y piel en guardia.

Cordero divino que viste a los lirios del campo, soñamos que estamos desnudos y el pudor nos paraliza.

    No estalló mi fe para desempolvar mensajes sin idioma; hay explosiones que te cosen las alas. No volveré a usar trajes confeccionados con medidas de otras almas y agujas de papel.

Cordero divino que no lanza piedras a lo loco…

No estalló mi fe para acumular maná para mañana; hay incertidumbres como bocanadas de oxígeno puro. Hay certeza, hay descanso y hay libertad en la ignorancia consciente.


Cordero divino, me asusta más la virulencia agazapada en la sonrisa del borrego que la ferocidad del cielo. Cordero divino, que entra al templo de los mercaderes de la fe látigo en mano, hay rumores de que quieren secuestrarte… ¡más vale salir corriendo!

No estalló mi fe para dar respuestas con corbata; estalló mi fe para hacer preguntas en sandalias. Hay explosiones que te llevan de vuelta a casa.